viernes, 3 de abril de 2015

MIEDO


Miedo. Que palabra más sencilla y sin embargo, que complicaciones trae consigo.  Si algo he aprendido es que el miedo tiene poder para paralizarte. Y  aunque intentes moverte te deja petrificado bajo esa maraña de inquietudes con las que te ha envuelto el corazón. Y cuando vienes a darte cuenta te ha quitado los mandos de tu propia de vida.

Cuando descubres que esa maraña no es tan fuerte y que si tiras de la punta puedes desenrollar ese embrollo, es demasiado tarde. Es demasiado tarde porque tu vida ha cambiado para siempre durante el tiempo que has estado en silencio. Las decisiones que no has tomado, las cosas que no has dicho, las cosas que no has hecho, han cambiado tu vida. 

Y ahora tu pensarás: "No decidir, no hablar, no hacer, también es una elección", es cierto, lo es. Pero es una elección con un arma de doble filo. Esas negaciones han hecho que te pierdas muchas cosas y está bien si eso es lo que tu quieres, pero no está bien cuando tu no firmas esa sentencia. El 99% de las veces las cosas que no decimos o que no hacemos están firmadas por el miedo. A veces porque tenemos miedo al fracaso, otras al conflicto, casi siempre al dolor... 

Pero... ¿Quién es el miedo para dirigir tu vida? En serio, ¿Quién es? Pensadlo: Le tratamos como si fuera una persona, como si fuera nuestro dueño y nosotros su posesión. Y se nos olvida que si le pertenecemos a alguien sólo es a nosotros mismos. Que nadie debería decidir por nosotros que queremos ser, a quién tenemos que amar o que queremos soñar. Y desde luego esto no debería decidirlo una emoción.

El miedo sólo es una palabra. ¿Por qué le damos tanto poder a una palabra?. Las palabras no matan, ni te besan. Ellas no pueden actuar. Ni amar. Ni respirar. ¿Por qué dejar entonces que nos dominen? . ¿Por qué permitimos que tengan tanto peso en una decisión? Es verdad que es imposible no tener miedo. Todo el mundo lo tiene. Pero si es posible que te recuerdes, que a pesar de la maraña de inquietudes que va tejiendo para ti, aún tienes el poder para atraversarla y continuar.

Atrevámonos a darle al miedo su lugar. Y si puede ser, vamos a echarle de nuestra vida. Y vivamos sin él por una vez. A ver que tal nos va. Me atrevo a decir que como mínimo nuestra vida será más real. Porque todo lo que nos pase, será todo lo que nos tenga que pasar. Sin condiciones. Sin trabas. Sin límites. 






4 comentarios:

José Antonio del Pozo dijo...

Estoy contigo, hay que perderle el miedo al propio miedo, hay que plantarle cara al miedo, conociendo uno también sus límites, que eso encierra sabiduría, sabiendo que de lo anhelado a menudo obtendremos la mitad a lo sumo, y aceptando que la realidad es complicada y liosa, pero enfrentando decididamente al miedo, que no sea este el grillete que comprima nuestra vida.
Magnífica entrada, Magda, cómo no hacerse seguidor también de este blog tuyo. Ya soy uno más de ellos.
saludos blogueros

Lenika dijo...

Magnifico análisis José Antonio. Como siempre. Me alegro de que te haya gustado.

Yo sigo tu blog, tu libro y todo lo que hagas ;)¡Nos leemos!

Marco dijo...

Si vamos a perder algo, que sea el miedo.


http://trucofacilbelleza.blogspot.com.es/

Reseñamesta dijo...

Está padrisimo tu blog. Pásate por el mio. Twiter: @resenamesta ¡Saludos!